viernes, 21 de septiembre de 2012

Capítulo 10 - Desayuno con sangre.

Joder vaya mierda de día, en apenas unas horas había decapitado más personas que... bueno, sí, que estaba siendo un día muy hardcore, y ahora, por si era poco, tenía que hacer lo propio con X.
¡Me cago en la puta! ¡Me había dejado el hacha arriba, y no había tiempo para volver a por ella!
Tenía que pensar algo rápido o tal vez seríamos todos unos malditos arrastrapiés. Ya lo tengo, el revólver de X, lo metí en su mochila, tenía que conseguir alcanzarla.
Antes de que me diera tiempo a pensar algo más, Din estampó un viejo jarrón en la cabeza de X, que no lo mató (más), ni mucho menos, pero lo derribó en el suelo, ocasión perfecta para que me lanzara hacia la mochila, y sacara el revólver.
X se arrastraba hacia mí, y con su única mano me agarró del pie.
Esta vez me aseguré de que el seguro no estuviera puesto. Nunca había disparado un arma, pero me daba a mi que iba a tener que ir aprendiendo. Agarré la empuñadura con las dos manos, estiré los brazos y apunté directamente a la frente de X.
Tras un ensordecedor y seco balazo, los sesos de X pintaron el sofá y mis pantalones de un amargo color rojo.
Bien, ¿alguien más?

Din se dejó resbalar por la pared, metió la cabeza entre las rodillas y quedó llorando todo lo que recuerdo de haber estado consciente esa noche.

El sol se filtraba por la ventana del salón, y parecía que ya llevaba un par de horas haciéndolo. Los gemidos habían cesado, aunque no recuerdo cuando, pero ahora todo parecía un poco más tranquilo.
Me giré y vi a Din en el suelo, en el mismo lugar donde la había visto anoche llorar y llorar durante horas, aún tenía la cara húmeda de las lágrimas.

Miré el reloj que había en la pared de enfrente, ''las nueve y veintitrés'' marcaba. Quizá debería intentar llegar al colegio a ver si mis amigos habían conseguido llegar sanos y a salvo, aunque antes tomaría algo para recuperar fuerzas; lo que viene siendo desayunar de toda la vida.

Me levanté y fui a la cocina intentando hacer el menor ruido posible, cerré la puerta y me puse a preparar un suculento desayuno para mi y para Din. Aunque se que eso no serviría de perdón, al menos sería un buen detalle, así que me puse manos a la obra.
Saqué dos tazas, un vaso y un plato, lo que llené correspondientemente con un 'colacao' caliente, zumo de naranja recién exprimido y unas tostadas.
Lo puse todo en una bandeja y lo llevé al salón. Cuando entré al salón vi que Din no estaba en la esquina y me asusté.

-Mierda... -una puerta detrás mía chirrió y me giré rápidamente, casi tirando la bandeja. Era Din, salía del baño, se le notaba en la cara que no había dormido nada, aunque intentara disimularlo lavándose la cara. - Oh, ¿te he despertado?

-No tranquilo, no soy de dormir mucho...

-Entiendo... Te he preparado el desayuno. - La dije mostrándola la bandeja e intentando poner mi mejor cara de ''Hey, soy un tipo majo, ¿quieres una tostada?''
Ella pasó a mi lado, cogió una tostada, me miró y se sentó en la mesa mientras se la comía. Yo me apresuré y la dejé la bandeja en la mesa para que ella desayunara tranquilamente mientras yo iba a la cocina a tomarme allí lo mío.

-¿Tu no desayunas?

-Bueno, pensaba tomármelo en la cocina, no se, por no molestar...

-Como quieras. -Dijo secamente, aunque creía ver en su rostro que no la importaba que comiera con ella. La verdad esperaba que me invitara a sentarme, pero no, así que al final comí solo en la cocina.

Cuando terminé volví al salón, ella aún seguía desayunando con casi todo entero aún, estaba distraída, en su mundo, pensando, probablemente, en todo lo que estaba pasando.
Hasta ahora no me había dado cuenta, pero había un pestazo a muerto impresionante, tenía que sacar el cuerpo de X de allí, no era bonito ver eso ahí...

-Creo que voy a invitar a mi amigo a irse... - dije señalando a X.

-Sí, no estaría mal que os fuerais... - casi murmuró, aunque la oí perfectamente.

-Oye mira, yo no tengo la culpa de toda esta mierda, ¿vale? Hace dos días yo también estaba perfectamente feliz en mi casa sin oler a muerto y haber visto más tripas que capítulos de Dragon Ball en mi vida.

-¡Sí, sí que tienes la jodida culpa! ¡Tu y tu amigo manco! Si no hubierais venido Iñaki aún... - no pudo terminar la frase, y se puso de nuevo a llorar.
Mierda, tal vez me hubiera pasado, estaba pasando por algo duro ahora mismo...

-Esto.. - suspiré - Em... lo siento, yo no quería... - no sabía que decirla.

-Déjalo... déjame... por favor.

Creo que no tenía más que hacer allí. Cogí a X y lo llevé a la terraza.

-Siento no darte un entierro digno, amigo, pero te prometo que volveré y te enterraré... - le había cogido cariño a pesar de haberle conocido hace apenas unas horas. Lo levanté como pude intentando no mancharme más de lo que ya estaba y le dejé caer sobre el torito que aún seguía allí.
Al fondo de la calle vi a No-Muerto pasar por el fondo y me entró un escalofrío. Ahora tenía que llegar hasta el colegio pero no sabía como iba a hacerlo, las calles parecían estar llenas de esos pútridos muertos vivientes.

Mientras pensaba miré al edificio de enfrente y vi unas escaleras que subían hasta una terraza que estaba en el tejado. Tal vez podría llegar saltando por los tejados hasta el colegio, estaba cerca y hasta allí las calles eran todo casas y pisos.
Por intentarlo que no falte.

Entré de nuevo en la casa, limpié el suelo de sangré, cogí la mochila de X y fui hacia la terraza. Me paré, miré a Din y la dije:

-Lo siento. Ten cuidado.

-Gracias, lo intentaré.

-Si quieres puedo darte mi número y me llamas si lo necesitas... - Ahora que lo pensaba ni si quiera se me había ocurrido llamar a mis padres ni a nadie, tal vez fuera una muy buena idea....

-Los teléfonos móviles no funcionan, estamos incomunicados.

-¿Qué? Joder... - miré en la mochila, saqué de allí dos walkie-talkies, comprobé que estuviera sintonizados en el mismo canal y le dejé uno encima de la mesa. - Hasta otra.

Esta vez sin pararme fui a la terraza y subí al piso de arriba por la misma cuerda que había subido Iñaki anoche. Una vez allí cogí la cuerda y la desaté para usarla para llegar a la terraza del otro edificio.
Cuando me disponía a saltar por la terraza oí un ruido proveniente del interior de la casa. Me esperaba lo peor.

-Espero que sepas saltar o te partirás las piernas en el suelo. - Era Din.


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