miércoles, 25 de enero de 2012

Capítulo 9 - Culpas y decapitaciones.

-¡Iñaki joder! - Gritaba Din desesperada mientras golpeaba la puerta con sus puños. De repente, se hizo el silencio.
Tras unos largos y angustiosos segundos la puerta se abrió con un ruido de arrastrar tierra por las baldosas, acompañado por la risotada que soltaba Iñaki desde dentro.

-¡Ja,ja,ja,ja,ja! ¿Os habéis asustado?- decía entre carcajadas Iñaki dejándose ver por la puerta.

-¡Eres imbécil! ¿Te crees que hace gracia? - Estaba a punto de agarrar a Din por el brazo para que no le clavara el hacha entre ceja y ceja, la veía posible... Aunque tampoco estaría mal que le diera un par de hostias, la chica tenía razón.

-Bueno, pues ya ves, ¡parece que sí! - Y comenzó a reír de nuevo. Ni Din ni yo hacíamos el menor gesto de reírnos, tal vez por que no nos hizo gracia, o tal vez por que en esos momentos un No Muerto que antes parecía haber sido un chaval de unos veintitantos aparecía por la puerta del comedor de la casa y desgarraba el cuello de Iñaki de un letal mordisco. Definitivamente nunca sabremos cual era razón, quizás, nunca queramos pensar en este momento, sobre todo ella, pero no le quedará otra que recordarlo.
Sin que nosotros pudiéramos hacer nada las carcajadas de Iñaki se transformaron en un desgarrador grito, terminando por gorgotear en su garganta su propia sangre. Din y yo nos quedamos pálidos, sin movernos por unos instantes, hasta que ella, con un grito de ira se lanzó hacia el gul con el hacha en alto, acabando esta en su cabeza incrustada, dejándolo definitivamente en el suelo.

-¡Hijo de puta! - Gritaba mientras repetía el proceso, dejando un gran charco al rededor y salpicando todo con restos de sesos y cráneo incluida ella. Hasta ahora no me había fijado pero la mayoría de los No Muertos que había visto hasta ahora eran de personas de treinta o cuarenta años para arriba. ¿Toda la ''cultura-zombi'' de hoy en día nos tenía más preparados a los más jóvenes? No lo se, tal vez. Puede que tengamos la cabeza más en la fantasía que en la realidad, y eso nos lleve a creer que pueden suceder cosas que hasta ahora no habían sucedido, por extrañas o imposibles que pareciesen, cómo esta.
Volviendo a la realidad me di cuenta de que Din ya había parado de martirizar el cráneo del y ahora sujetaba la cabeza de Iñaki mientras lloraba arrodillada sobre él. Le estaba diciendo cosas al oído que yo no podía oír, o no quería oír, no podía imaginarme su dolor.

-Din...- intenté decir algo, pero no sabía ni que decir, ni por dónde empezar. Lo que si sabía es lo peor: Que Iñaki en unos momentos iba a ser uno de ellos, y alguien iba a tener que reventarlo los sesos. Dudo que eso fuera a ser agradable para ella o para mi. - Escucha... - Pero parecía que no me escuchaba. Ella seguía arrodillada al lado del cuerpo de su primo llorando inconsolablemente.
En esos momentos el cuerpo de Iñaki empezaba a convulsionar. Ya estaba pasando. Din se separó un poco de él horrorizada, por que sabía lo que tocaba. Mientras movía la cabeza hacia las lados y gesticulaba unos inaudibles No alargaba la mano hacia el mismo hacha con el que había acabado con el culpable de aquello. Tras mirar unos segundos el filo del hacha, empapada en sangre, la limpió en la camiseta del joven gul.
El pobre Iñaki empezaba ya a emitir leves gruñidos, como llamando a su nueva No Vida.
Entonces Din cerró los ojos, dijo un último Te Quiero y bajó el hacha con todas sus fuerzas y a la vez amor sobre el cuello de Iñaki.

Estaba muy pálida, yo a su lado parecía un veraneante en Benidormn. No la quedaban lágrimas, no la quedaba vida. Parecía un ente, ausente.
Me acerqué para abrazarla, intentar consolarla, o por lo menos darla un poco de compañía emocional, pero me apartó de un empujón y se puso de pie.

-¡No te acerques a mi! ¡Todo esto es tu culpa! ¡Tuya y de tu estúpido amigo tullido! ¡Si no hubierais aparecido todo estaría bien! - Me vociferaba haciendo amplios y agresivos gestos desmedidos con las manos  y brazos. Tal vez, tenía razón, si no hubiéramos estado allí, no hubiera pasado nada de aquello. Era... era nuestra... MI culpa.

- Yo.. lo.. lo siento...- apenas llegué a gesticular mientras agachaba la cabeza.

-¡No, tu no sientes una puta mierda! ¿Me oyes? ¡UNA-PUTA-MIERDA! - Finalmente se fue llorando mientras bajaba las escaleras hacia su casa. Me parece a mi que iba a tener que buscarme la vida para dormir esta noche.

De repente unos gemidos se volvieron a oír en el interior de la casa. En esos momentos Din doblaba el descansillo, me miró con un odio que podría derretir los polos y sumirlos en el mayor infierno, y aceleró el paso. Yo me giré hacia el interior, y descubrí que lo que gemía era una hermosa muchacha de unos veinte años, completamente desnuda y sin ninguna herida o mordisco que la pudiera haber transformado aparentemente. Por unos instantes me quedé embobado por su esbelta figura... que sí, que estaba tremenda joder, pero no era el momento. Agarré con las dos manos el hacha y cuando estuvo a la suficiente altura se la clavé en la frente. Calló desplomada junto al cuerpo del que parecía ser su rollete. Antes de darme la vuelta para seguir a Din vi algo que me heló la sangre: la cabeza de Iñaki seguía viva e intentaba morder, morderme, mejor dicho, tenía la mirada clavada en mí. Increíble. No me quedó más remedio que acabar con su cabeza también.

Justo cuando empecé a bajar las escaleras oí un grito. Era Din, y provenía de dentro de su casa. Me temía lo peor, X. Bajé corriendo las escaleras y cuando llegué a la puerta lo vi. Din estaba en una punta del salón y X se levantaba emitiendo un extraño e incomprensible Aaaaah.

lunes, 16 de enero de 2012

Capítulo 8 - Anfitriones y huéspedes

Esta vez sí, era el final.
Todo pasó muy deprisa, ten pronto como vi a menos de unos segundos mi vida acabar, algo tiró de mí e impidió que me cayera. Un brazo de alguien, en alguna parte del mundo, en este mismo instante, esa persona, ese brazo, me salvaron definitivamente de la muerte.

-Gracias. - dije mientras soplaba una vez más la taza de té caliente que me había ofrecido mi rescatador.

-Habéis estado cerca ¿eh? - dijo mirándome a mi y después pasando la mirada por X. Todavía no estaba muy convencido de que no lo hubieran mordido, aunque era verdad, pero se amputó el brazo apenas unos segundos después, no se si eso serviría de algo, pero espero que si. De todas formas nadie iba a enterarse.

-Uff, sí, y no es la primera de la noche...

-Ya, ya veo. Por cierto ¿Cómo os llamáis?

-Yo Jeremmy, puedes llamarme Jey (Yei) y el... - me giré para mirarle. Estaba tumbado en un sofá, con una manta, y con los vendajes repuestos. - Sinceramente no se cómo se llama, le conozco de hace poco más de una hora.- pausé un rato y volví a mirar a nuestro nuevo compañero. - no se, pero yo le llamo X. Ja,ja,ja,ja.

-Ja,ja,ja, bueno, yo soy Iñaki, puedes llamarme Iña, ja,ja, encantado. - me tendió la mano y los dos nos dimos un apretón amistoso. - supongo que cuando me presente a tu amigo no podré hacer esto...-dijo aún sosteniéndome la mano, refiriéndose a su brazo amputado. Los dos reímos a carcajadas.

-¡Serás cabrón! - le dije de buen rollo, había sido una buena...-  bueno, eso no es del todo cierto, tengo por ahí abajo su brazo, ¡si quieres bajo a por el y os presento! - de nuevo comenzamos a reír a carcajadas a más no poder. Era un gran alivio poder reírse en esos momentos.

-¡Y será verdad!

-Tsss, pues claro, ¡cargando con este hombre inconsciente, iba a necesitar una manita! - a los dos nos dolía la tripa de reírnos. Este tío era muy majo, creo que íbamos a hacer buenas migas.
De repente un ruido me alarmó y me levanté enseguida a coger mi hacha que estaba al lado de X. A Iñaki no pareció haberle sorprendido lo más mínimo.

-Hey, tranquilo, es Din, no pasa nada. - me dijo acomodándose en el sofá.

- ¿Din? - le pregunté sin sentarme aún.

-Vaya, veo que tenemos visita. - Esas palabras provenían del nuevo anfitrión que parecía vivir allí. Por la puerta del salón apareció una chica de unos 17 años, de aproximadamente mi altura, media cabeza menos, tal vez. Vestía unos pantalones militares que acababan dentro de unas botas altas de aspecto militar también, una camiseta de tirantes negra y ajustada, que hacía resaltar su esbelta figura y en las muñecas llevaba un par de muñequeras de cadenas. Una larga melena morena con ligeras ondulaciones caían por su espalda como un mechón del flequillo que le pasaba por la mejilla y acababa a la altura de su cuello. Tenía unos rasgos delicados pero firmes, que dejaban entrever que su cuerpo empezaba a abandonar la adolescencia, quizá algo antes de tiempo, para convertirse en una mujer hecha y derecha.- Espero que te hayas asegurado de que no estén infectados, no quiero tener que manchar mi propia casa con sucia sangre de No Muertos. - en ese momento separaba la mirada con recelo de X, la pasaba por el salón y finalmente la posaba en mí.
Fueron apenas unos segundos, pero pude notar cómo su mirada de fuego me congelaba por dentro hacia fuera. Con la piel de gallina desvié la mirada hacia Iñaki para ver que contestaba.

-Tranquila, está todo bajo control, no te preocupes.- Contestó Iñaki tranquilizándola, aunque se notaba en su voz que él tampoco estaba muy convencido, aunque no pretendiera aparentarlo.

-Oye, si es molestia... podemos irnos, de verdad, gracias por todo, no queremos molestar.-me apresuré a decir.

-Si, así todos estaríamos más tranquilos. - añadió Din tajante, dejando ver el poco agrado que le provocaba nuestra presencia.

-¡No! ¡Din, por favor, compórtate cómo es debido con los invitados! - casi gritó de malas maneras Iñaki. No le veía tan mala persona como para dejarnos a nuestra suerte, que seguro no sería buena. Además, creo que nos habíamos caído bien.

-Yo en serio que...- intenté decir, pero se enzarzaron en una discusión, que parece que acostumbraban. ¿Serán pareja? No estaba del todo seguro, quizás fueran hermanos, o simplemente amigos...

-¿Invitados? ¡Por favor, Iñaki, que esto no es una reunión para tomar el  té! ¡Que ahí fuera hay decenas de muertos que han decidido levantarse y darnos por culo!

-¡Por eso mismo! ¡No podemos dejarles abandonados! ¡Un poquito de humanidad! - Los dos estaban rojos y elevaban los brazos cuando gritaban. Creo que causábamos demasiados problemas, tal vez tuviéramos que irnos...

-¡Hablas como si fueras mi padre!

-¡A lo mejor si te parece que te hablo como un padre es por que eres como una niña! -Iñaki parecía haberse arrepentido de esas últimas palabras, pero rápido se apresuró a echar por encima otras antes de que tuvieran un efecto inconveniente.- Soy tu primo mayor, y tengo total responsabilidad sobre ti, no pienso dejar que te pase nada, ¡ confía en mí, joder!

-¡Prefiero vivir a que alguno de ellos se transforme mientras duermo y me devore viva! ¿Es que no lo entiendes? - dijo finalmente bajando los brazos. - No les conocemos de nada, y tampoco les debemos nada... -agachó la cabeza cansada de la pelea. Iñaki se acercó más a ella, le levanto de la barbilla para que le mirara a los ojos. En esos momentos la chica dura que había aparecido por la puerta hace unos minutos no parecía tan ruda. Tenía los ojos brillando, como si estuviera a punto de llorar, se ve que tenía miedo, mucho miedo, más del que nunca pareciera que pudiera reconocer.

-Eh, eh, tranquila nena, ¿vale? - tras mirarse unos segundos más los dos se fundieron en un corto pero intenso beso. Ahora veía de que iba la cosa, incesto, qué bien. Se me hacía muy extraño estar allí en esa situación. Entonces se separaron, Iñaki se dio la vuelta sin saber muy bien qué decir. Antes de que pudiera articular palabra me adelanté.

-Está bien, no pasa nada. - dije levantándome para recoger a X y nuestras cosas.

-Eh, esto, Jey...

-No, en serio, da igual, si hemos llegado hasta aquí, creo que podremos sobrevivir un par de horas más. Iremos a hacerle una visita a alguno de vuestros vecinos, a ver si su hospitalidad es mayor. - Vaya, no quería haber dicho eso, a Iñaki le habría dolido. - Eh... no, de verdad, muchas gracias, ya habéis... has - me corregí a mi mismo, haciendo sonar ese has un poco más entonado de lo normal, para hacer sentir culpable a la fiera de su prima-novia, o lo que fuese... - hecho demasiado y no tenías por que, tranquilo.

-Está bien... espero que estéis bien. - se le notaba apenado, pero creo que confiaba en que nos cuidásemos.

-Si, y yo... Oye, ¿sabéis de alguno de vuestros vecinos que no se encuentren en casa o algo parecido?-Dije mientras me colocaba al lado de X ya con todo cargado para marchar.

-Emmm... - Iñaki se quedó pensando un momento pero Din se adelantó.

-La Señora María, hace apenas dos horas hemos tenido que decapitarla en el portal. Vive tan solo un piso más arriba, el 2ºC. - hizo una pequeña pausa y después añadió.- Era una señora de buen comer... seguro que ha sido tan amable de dejaros la nevera llena. Además, esos malditos no son capaces de subir unas escaleras.

-Amm, entiendo, 2ºC entonces... pues... ¿hasta mañana? - dije cogiendo a X en brazos como un esposo recién casado que coge a su cónyuge en volandas y la mete dentro de casa.

-Eso espero... - respondió Iñaki mirándome con cara de preocupación. - Espera, así no podrás hacer nada, y menos aún si te encuentras con alguno de esos apestosos... Déjame acompañarte.-Si, ahora que me paraba a pensarlo, con X así no tendría ninguna posibilidad si me encontraba con algún No Muerto, además de que aún no sabía cómo cojones iba a entrar en aquella casa.

-Bien, gracias. ¿Cómo vamos a entrar allí? - pregunté mientras dejaba que Iñaki llevara la mochila de X.

-Hmmm... - tras meditarlo unos segundos finalmente dijo. - Es el piso justo de arriba, podríamos enganchar una cuerda o algo y subir desde la terraza, desde dentro abrir, y voilá. - Si, no sonaba extremadamente difícil, pero ¿quién iba a ser el valiente?

-Sí, parece lo más fácil... Si sabes escalar. - Si podía ser él el que subiera, mejor que mejor.

-No te preocupes, subiré yo. - Perfecto.

-¿Estás loco? - dijo Din con cara amarga. Ya estaba jodiendo otra vez. Joder, que asco empezaba a darme, y solo la conocía de hace cinco minutos. - ¿Y si te caes? ¿Y si dentro hay un No Muerto?

-Tranquila, no es la primera vez que me cuelo en una casa ajena por una terraza, y la Señora María vive sola, y lo sabes, es imposible que haya allí alguien, o algo. - Parecía muy seguro de sí mismo, y eso me gustaba, por que iba a tener que echarle un par de pelotas para hacer eso.

-¡Arg, tú y tu estúpida humanidad... ! - Hizo sonar aquello como si fuera cualquier cosa. - Haz lo que quieras. - Entonces se dio la vuelta y se perdió por el pasillo hasta que sonó un fuerte portazo al fondo.

-En fin... es así, déjala... - Dijo Iñaki volviendo a dejar la mochila de X al lado del sofá, y yo hice lo propio con él. ¡Estaba hasta los cojones de cogerle y dejarle! Se dirigió a la terraza. Antes de llegar, abrió un armario y de él extrajo una caja de cartón grande llena de polvo. - Mi padre solía ir a escalar cuando venía de veraneo por aquí. -Abrió la caja y sacó de ella un casco, unas zapatillas de escalar y finalmente una larga cuerda gruesa y un par de mosquetones. - No me hará falta tanto equipamiento, con el cabo y los mosquetones me sobra. - La cuerda tenía en un extremo una forma curva que se unía un par de centímetros más abajo, dejando un pequeño huevo por el que pasar o enganchar algo.- Bien, vamos.

- ¿Sabrás lo que haces no? - Pregunté mientras le seguía a la terraza. Hasta ahora no me había fijado mucho, pero se oía aún el gemido de un grupo de Zombis que permanecían abajo esperando a que por arte de magia, o de un mal golpe de suerte, les cayera algo que poder meterse en la boca, y ese algo, estaba seguro de que éramos nosotros.

-Sí, sí, tranquilo, todo está bajo control. - Se asomó a la barandilla y miró hacia abajo. De repente los No Muertos comenzaron a gemir más y más al ver a su presa. Iñaki, dejó escapar un gran lardo desde el fondo de su garganta y lo escupió sobre el grupo de Arrastrapies, impactando en la cara de una señora de aspecto grueso y de mediana edad, que llevaba una bata desabrochada dejando mostrar una terrible herida en el cuello. - Asquerosos... - Miró de nuevo hacía la terraza que se encontraba sobre nosotros, alargó un poco más el cabo, y lo lanzó hacia la barandillas. La cuerda dio con uno de los barrotes y cayó sin éxito. El segundo tuvo mejor acabado y consiguió que pasara por encima de la barandilla para que luego el extremo quedara entre dos barrotes. Iñaki comenzó a empujar cuerda hacia arriba para poder bajar el otro extremo. Cuando este hubo estado a la altura de su alcance, lo cogió, estiró de él e introdujo un mosquetón por el agujero, después pasando la cuerda dentro para que no se soltara. Tiró de nuevo de la cuerda, y esta se quedó firmemente enganchada a la barandilla con un metálico clank del mosquetón al chocar contra un barrote. - Esto ya está. Allá vamos. - Dijo dando un par de tirones para comprobar que no tendría ningún percance. - ¡Hasta ahora! - Me dijo con una sonrisa.

-Ten cuidado tío. - Me guiñó un ojo y comenzó a trepar la cuerda con un ritmo digno de un profesor de gimnasia americano enseñando a sus alumnos a trepar por una cuerda. Cuando estuvo arriba, pasó por encima de la barandilla y se asomó por ella.

-Bien, ahora ve a la puerta, en seguida te abro. - Tras esto, desapareció por la terraza y se internó en la casa. Los zombis parecían un poco decepcionados, pero no dejaban de gemir ansiosos un poco de carne.
Me metí dentro de la casa y recogí a X de nuevo del sofá, esta vez llevándolo sobre mi espalda para poder abrir la puerta. En esos momentos Din volvía al salón, con cara de haber llorado.

-¿Ya ha subido? -Preguntó frunciendo el ceño en señal de que no le caía muy bien.

-Sí. - respondí secamente.

-Maldita sea... - Parecía que le quería mucho, más que a un simple primo, eso estaba claro. Me preguntaba qué pensarían sus padres de su relación de incesto, o mejor dicho, de si eran conscientes de ella. Din cogió un pequeño hacha de mano que había encima de un mueble en la entrada, y abrió la puerta bruscamente.

-¡Eh, eh, espera! - Me apresuré a salir detrás de ella lo más rápido que podía con toda aquella carga. No se si pretendía clavarle ese hacha a Iñaki, a mi o tenía miedo de que apareciera un Zombi. En esos momentos se escuchó un ruido de algo haciéndose pedazos y un grito sordo que prevenía del piso de arriba. Din, que estaba al pie de las escaleras se dio la vuelta lentamente, estaba pálida, no quería pensarse lo peor. Nos miramos sin saber que hacer ni que pensar y cuando reaccionamos subimos corriendo hacia el piso de arriba.

-¡Iñaki! ¡Iñaki! - Iba gritando Din mientras subía las escaleras a toda prisa. Se habían vuelto a oír ruidos provenientes del 2ºC, esta vez más claros que los de antes, y había sido un gruñido.

miércoles, 11 de enero de 2012

Capítulo 7 - Adiós.

El ''torito'', carretilla elevadora si eres un poco quisquilloso, apenas llegaría a alcanzar los 20 km/h pero esa velocidad era suficiente para que ningún gul nos alcanzase. Hasta ahora no había visto a ninguno que diera más de un paso cada 2 segundos; se limitaban a arrastras sus pies descoordinada y torpemente, claro, que para lo que eran, muertos, ya era bastante.
Hasta ahora no me había parado a pensarlo, quizás por que no he tenido ocasión, o quizás por que tan solo llevo un par de horas ''conviviendo'' con ellos, pero... ¿cómo podía ser aquello? Quiero decir, sí, todos hemos oído, visto, y leído historias y películas sobre zombis, pero siempre desde la ficción, y sabiendo, o mejor dicho, pensando, que no era real y no podría suceder. Pero ahí estaban, andando por las calles, que habían invadido y sumido en el terror en 1 solo día.
Esa es otra cosa que no me explicaba, ¿cómo pueden en tan solo un día hacer todo eso? ¿De dónde surgieron? ¿Realmente hubo otros casos, o indicios, y fueron tapados por el estado?
Ahora que me fijaba, algunos de ellos, presentaban un estado de putrefacción mayor que otros, que de no ser por cómo se movían, y que estaban llenos de sangre, parecían personas vivas... pero vivas de verdad; lo que me lleva a pensar que deben de llevar rondando por ahí algo más de tiempo.

Tal vez vinieron por el monte, al otro lado de la montaña hay grandes núcleos de población, o tal vez, se originó en algún otro pueblo de alrededores. No lo se, pero estaba casi seguro de que el origen no estaba aquí.

El rugido de un caminante a menos de dos metros de nosotros me sobresaltó sacándome de mis pensamientos. Estaba pasando cerca de un pequeño grupo de unos cinco o seis gules. No me había dado cuenta, pero el sonido del torito llamaba la atención de todo muerto viviente, y ya me seguían a lo lejos cerca de veinte de ellos.

-Mierda, tendré que darme prisa. -dije volviendo la mirada hacia la calle por la que tendría que girar en breve y esperaba que no hubiera ningún arrastrapiés de estos.- Vamos pequeño, caña...caña...- Cada vez estaba más cerca de llegar, pero si no aprovechaba al máximo, podrían llegar a cerrarme el paso, así que tendría que arriesgarme.
Me abrí un par de metros antes de entrar en diagonal por el interior de la aprovechando el desnivel que me dio algo más de velocidad. Si había guls en el calle probablemente no pudiera esquivarlos a tiempo y puede que fuera nuestro fin... o al menos casi seguro el de X.

Por suerte la calle estaba vacía. Además, habría perdido definitivamente a los zombis que me seguían por detrás. Pero de pronto, el corazón me dio un vuelco, al final de la calle aparecieron dos caminantes que nos cortarían el paso.
A la mierda, jamás podríamos pasar sanos y salvos. Paré el motor y me quedé en medio de la calle, intentando encontrar alguna escapatoria, o manera de pasar, pero era imposible, la calle era muy estrecha, de una sola dirección, y ya se agolpaban dos grandes grupos de guls por las dos salidas.
Nada, no podía hacer. Lo único que podría hacer es dejar que devoraran a X y mientras yo huir, pero no, no era tan rastrero, ni si quiera con aquél pirado que acababa de conocer. Tal vez solo quedara esperar.
Era curioso, siempre había pensado cuando veía películas de este tipo, que sería capaz de sobrevivir a un apocalipsis zombi, y parece ser iba a morir la primera noche, allí, en medio de una calle, con alguien a quien ni si quiera conocía hace 1 hora, con medio brazo amputado y desmayado sobre una carretilla elevadora.
Sin mis amigos, ni familia, estaba solo. En cierto modo envidiaba a X, el por lo menos no se enteraría de nada.

-Un momento...- murmuré para mi mismo. Me acerque a X, le levanté la camisa y allí estaba, metida en su pantalón, la pistola con la que le había visto en el supermercado.
Sí, definitivamente sería más fácil así, sin sentir nada. Puede que fuera de cobarde, puede que no, pero eso da igual, por que nadie nunca lo sabrá, eso si es que queda alguien después de esto.
Mis últimos pensamientos fueron para mis amigos, mi familia y toda la gente que alguna vez a ocupado un lugar en mi corazón.


Adiós.


Apreté el gatillo, pero este no cedió.

-¿Pero qué coj...?- El seguro debía de estar puesto. Perfecto, no se si ahora tendría el valor hacerlo.

-Tsss, ¡eh chaval!- Juraría que se me subieron los cojones a la garganta del susto.- Eh, corre, sube, están a punto de coger...cogeros.- se corrigió desviando la mirada hacia X. Aquel individuo, Ángel de la guarda, o lo que fuera, era un chico de unos 20 años, que se asomaba por una terraza de un primer piso, que estaría a una altura de unos tres metros. - ¡Rápido chico, despierta!- Tras decir esto finalmente reaccioné y miré a mi alrededor. En menos de dos minutos los zombis estaría devorándonos si no encontraba la manera de subir.

Pronto, se me ocurrió, use el torito para elevar a X y que nuestro salvador, o al menos el de X, pudiera cogerle en brazos y ponerlo a salvo. Pero ahora la cuestión era cómo subía YO, esta máquina no estaba hecha para poder controlarla desde las palas. Solo se me ocurría intentar subir primero a el palé que hacía de plataforma lo más alto que alcanzara a subir y de ahí al bacón.
Bajé un poco su altura, y escalé esta poder ponerme de pie sobre él. Al principio tuve miedo de volcara, pero luego me dí cuenta que entonces una máquina así no tendría sentido.
Cuando los gules empezaban a alzar sus manos hacia mis pies, un pie se me quedó encajado entre dos tablas del palé y perdí el equilibrio.
Joder, me salvo por los pelos, ¿y la cago en la recta final?

viernes, 6 de enero de 2012

Capítulo 6 - Mesa de jardín.

El extraño chico se abalanzó sobre la primera motosierra que había, la alzo el alto, y con un grito de victoria dijo:

- ¡Muahahahah! ¡El arma perfecta! - grita orgulloso mientras intenta arrancarla. - ¿Qué coño le pasa a esto? A lo mejor con unos golpecillos...

-Por si no lo sabías, necesitan gasolina, y no suelen llevarla para que algún gilipollas que venga a comprar... yo que sé... patatas... la coja y se ponga a descuartizar ancianos y embarazadas... - le dije apuntando un poco más lejos, donde debería de haber gasolina. - Tal vez por allí encontremos algo.

-Mierda... ¡corre, gasofa, gasofa! - Cada vez estaba más seguro de que se le había ido la pinza.

Cogimos un par de garrafas de gasolina, llenamos la motosierra, y la otra se la echó a la espalda en una mochila.

-Oye, ¿no crees que será muy ruidoso, y llamará la atención a los zombis?

-Por supuesto.- dijo seguro y sereno.

-... Eso es malo.

-¿Malo? Gules a miles para poder descuartizar sin parar, manadas de ellos dirigiéndose a los dientes implacables de la motosierra, litros y litros de sangre, vísceras y demás saltando por...

-Basta, basta - le dije intentando sacar de mi mente esas imágenes - ¡acabarán por devorarte vivo!

-Sí... hizo una breve pauso y prosiguió - ¡pero me habré cargado antes a decenas de ellos!


-Pues no esperes que me suicide contigo... tengo unos amigos que encontrar y un pueblo lleno de cosas de esas... MI pueblo...

-Joder tío, pareces un puto Hobbit hablando de su comarca. -Soltó de repente, y no pude evitar echarme a reír. Los dos reímos, a pesar de que en esas circunstancias pareciera algo difícil de hacer, cuando en realidad es más fácil que de costumbre... ¿Me estaré volviendo loco también?- Está bien, te ayudaré a encontrarte con tus colegas - dijo interrumpiendo mis pensamientos.- pero con una condición - un terrible miedo empezó a apoderarse de mi cuerpo... ¿De qué condición se trataría?

-¿C-cuál? - Pregunté cauteloso.

-Que me dejes matar a todos los guls que se nos crucen por el camino.- Uf, menudo alivio, creía que me iba a pedir que le sirviera para un ritual satánico, que me tirara a un caminante o alguna pollada de esas... Este chico empezaba a caerme bien, si señor.

-Jajaja, pues claro ¡Faltaría más!- Nos dimos la mano amistosamente cuando de repente un gul del que no nos habíamos percatado se abalanzo sobre nosotros, callendo encima del chaval. - ¡No! - me dio tiempo a gritar, pero era demasiado tarde, el monstruo había hincado sus pútridos dientes en el antebrazo de mi acompañante, que con una exclamación de dolor, se lo quitó de encima como pudo.

-¡Maldito bastardo hijo de perra! - Dijo mientras se levantaba y arrancaba su nueva motosierra.

Saltaron tripas, trozos de carne, sangre a montones y no parecía que mi colega fuera a parar.

-¡Eh, eh! ¡Para! ¡Ya está muerto, así solo atraerás más su atención!-Le dije acercándome con cuidado.

-¡Y una mierda! ¡Como a ti no te ha mordido el ojete un puto bicho de estos...! - de repente sus ojos se iluminaron misteriosamente. Quien sabe que pasaría por su macabra cabeza...

-¿Qué estás pensando?

-La infección no puede expanderse, con un poco de suerte, con el antebrazo bastará...

-¿Con el antebrazo bast...? - Me interrumpió dándome de golpe la motosierra. De repente descubrí que pretendía ahcer... más bien.. QUE HICIERA YO.

-Toma, rápido.

-¿Qué? No, no puedo, ¡estás loco!- Sí, lo estaba, pero ni aún viniendo de el me esperaba su reacción.

-Está bien. - me quitó el hacha de la mano, pegó el brazo sobre una mesa de jardín y amputó con violencia parte de su extremidad izquierda. - ¡Gyyiiiah! ¡Joder!

-La madre...

-Hay que cauterizar.

-No será capaz... -Sí lo era, ¡claro que lo era! - No, no, no...

Cogió la garrafa de gasolina que llevaba a la espalda, vertió un poco sobre una plancha de cocina, la prendió fuego y puso el muñón aún sangrando a chorros de lo que antes había sido su antebrazo.

-¡Ggaaaaaaaaaaaaah! - Se me estremeció el cuerpo de oírlo gritar de esa manera tan terrible. Probablemente a los zombis que rondaban por ahí también, pero de placer.

Tras unos segundos más que para el debieron de ser eternos, se desvaneció en el suelo.

-¿Ya? ¿Tanto heroísmo para esto? Pffff... - Perfecto, el que iba a ser mi salvador ahora va a ser una carga para mi... además de mi jodido imán para muertos vivientes. Bueno, eso, suponiendo que le sacara de allí... No, definitivamente no tenía maldad para dejar a alguien allí indefenso, y menos sabiendo que en cuestión de unos minutos iba a ser un hervidero de pútridos caminantes.

La cabeza me iba a estallar, un montón de preguntas de cómo cojones salir de allí se me agolpaban y no me dejaban pensar con claridad.
Espera.
Ya lo tenía.
Podría abrir las puertas traseras, de descarga desde dentro, además tenía seguro de que al abrirlas no me iba a encontrar con más gules por que entramos a los conductos de ventilación por detrás y no había ni uno. Y no solo eso, con suerte no tendría que cargar a... mierda, todavía no se como se llama... está bien, llamémosle X; pues eso, no tendría que cargar con X, ya que podría llevarlo en una de esas pequeñas máquinas que utilizan en supermercados, en obras y demás, para transportar cosas, pales más que nada, un toro.

Me paso su brazo derecho por encima de la cabeza... bueno, claro que era el derecho, el izquierdo no podía ser. Me dio por girar la cabeza para ver donde estaba lo que quedaba de su brazo amputado.
Y ahí estaba, encima de una mesa de jardín blanca, que ya no era tan blanca.
Desearía que no se me hubiera pasado esa idea por la cabeza, o eso creo, por que en casos extremos nunca sabes de de lo que eres capaz.
Me desplacé hasta donde estaba el brazo, y no sin asco lo cogí por la muñeca. Esperaba que la idea fuera buena y funcionase, sobretodo, por que hacer lo que iba a hacer merecía una recompensa: Pensaba utilizar el brazo de X de cebo.
No se si a el le importaría que lo hiciera o no, de todos modos, tampoco iba a reimplantárselo, así que, sin más dilación, me encaminé hacia las puertas del almacén que no estaba muy lejos.

No había pasado más de dos estantes cuando dos gules se me aparecieron por un pasillo por la izquierda.
No iba a usar mi cebo ahora, ya que si funcionaba podía salvarme la vida, y ahora podía deshacerme de estos dos sin problemas, pero tenía que comprobar si funcionaba.

Extendí el brazo amputado de X en su dirección, estos lo miraron fijamente y se abalanzaron sobre el.

-Perfecto. - dije evitando que cogieran el brazo. Sujete a X con la otra mano, y le di un par de hachazos al primero, que callo muerto, digo, más muerto al suelo.
El otro no corrió una suerte distinta y perdió su cabeza bajo el filo del hacha.

Sin entretenerme más llegué hasta la puerta del almacén. Abrí, y asomé cuidadosamente la cabeza para descubrir que no había nadie, o mejor dicho, nada.
Una fina luz se colaba por los pequeños ventanales que había, lo que me permitió divisar el torito a un lado y la puerta no muy lejos de el. Por suerte, estaba vació.
Por si acaso encendí las luces. Dejé a X sobre un palé en la pala del toro y fui corriendo a la puerta.

-¡Mierda! - La puerta estaba cerrada por unas cadenas lo suficientemente gruesas como para que la puerta aguantara un fuerte impacto, como el de un coche. No se si la puerta en sí resistiría, pero las cadenas sin duda sí.
No tenía mucho tiempo, así que busqué una manera de romper esas cadenas. Lo único que se me ocurrió fue golpearlas hasta que se rompiera algún eslabón, muy bien, muy original.
Eso iba a conllevar tiempo e iba a hacer mucho ruido, así que fui a la puerta por la que entré y la bloqueé con cajas, bidones y demás cosas pesadas que encontré. Con suerte ni en mil años podrían echarla abajo, o eso creo...

Cuando me decidí a buscar algo potente con lo que golpear las cadenas divisé un gul acercándose peligrosamente a X, que estaba tumbado aún inconsciente sobre el palé.

- Joder...- salí corriendo hacia el gul, que parecía no prestarme atención e ir decididamente hacia su próximo manjar.
Si no lo paraba no llegaría a tiempo de evitar que lo mordiera en algún sitio, y quien sabe si esta vez podría amputarlo.
-Maldita sea...- maldije por lo bajo, había olvidado mi hacha al lado de X. Pero lo que no había olvidado era su brazo, que no se por qué narices lo llevaba aún. Sin pensármelo mucho lancé el brazo en dirección al gul, que para mi suerte y sorpresa, le golpeó en la cabeza, derribándole.
El zombi en el suelo alargó su brazo hacia, irónicamente, el brazo de X, pero para cuando pudo sostenerlo entre sus dedos, yo ya había llegado, heroico con el hacha en la mano, y se la había incrustado en la cabeza.

-Ufff, por qué poco. No puedo permitirme más fallos así. - Entre queja y suspiro divisé a lo lejos una pesada maza, que no entiendo muy bien que hacía allí, pero que me venía de perlas.
Fui corriendo, no sin antes pensarme dos veces llevar conmigo de nuevo el brazo, aunque me decanté por no hacerlo, ya que no podría coger la maza bien si lo llevaba.
Agarré la maza con las dos manos, e intenté levantarla.
Era muy pesada, pero podría utilizarla sin problemas... durante un par de mazazos. Arrastré la gran maza tras de mi, para no perder fuerzas en llevarla levantada, y cuando me hube hallado enfrente de la puerta de salida, levanté la maza, y la dejé caer fuertemente contra las cadenas. Para mi sorpresa y la de cualquiera, me cargué media puerta, ya que no di a la cadena, si no a la palanca para abrir la puerta empujándola en la que estaba atada.
Perfecto, todo había sido muy fácil, bueno, no, pero salió bien. Abrí las puertas, me aseguré de que no me encontraría con más ''amigos'' y subí al torito con X cargado.
Nunca se quitaban las llaves del torito, y estaban colgadas en el contacto, así que arranqué y me precipité por la puerta... a la velocidad que aquello podría llevarnos.

Algo que no había pensado, y tampoco habría podido, es decidir a donde ir, o donde podrían estar mis amigos. Un momento, en el coche, antes de llegar al supermercado les propuse instalarnos en el antiguo colegio, y si me habían escuchado bien, irían allí.
Por suerte estaba justo enfrente del supermercado, aunque tuviera que dar la vuelta y encontrarme con esos guls... bueno, siempre se puede callejear.

Capítulo 4A - Gasolina.

¡Serán hijos de puta! Sea quien fuese, el muy carbón casi me atropella.

-¿Qué pasa, que ahora me parezco a vosotros? - Le pregunto a un gul que me mira desde lejos. O he gritado mucho o el puto coche tiene un imán de zombis, porque nada más perderle de vista empiezan a salir infectados de las calles que desembocan el la principal. Joder, si lo se ya me habría ido antes, me giro y salgo pitando por el callejón, creo que no me han visto; los muy cerdos hacen demasiado ruido, a veces parece que hasta hablan.
Me replanteo la posibilidad de que puedan seguir hablando mientras atajo por las calles hasta llegar a la esquina con la aparte trasera del súper.

-Joder, a lo mejor conservan las capacidades primarias... - Ya más tranquilo me acerco a la rendija de ventilación del súper, cuando estoy a punto de meterme dentro una voz me pone los pelos de punta.

-¡Eh! ¡Tú!

-Joder - ¡¿Un gul que habla?! - No pude evitar preguntar, aunque si realmente hablase no esperaba que me respondiese...

-¿Eh? ¡No, no!

-... - Debo de parecer idiota, aunque prefiero asegurarme y esperar a que diga algo más, por que si no...

-Tranquilo - Se me vuelven a relajar los músculos -Vale, no eres un zombi, menos mal, por que tenía pensado arrancarte la cabeza a patadas.
-... Yo...yo... encantado de conocerte también... supongo... - Menudo pringado, el chaval parece sacado del diario de una adolescente, es un poco “decepcionante”, no es la persona que esperas ver que sobreviva en un apocalipsis zombie... a no ser que haya una historia de amor y chorradas de esas de por medio.

-Bueno, ¿Que coño quieres? ¿No serás un testigo de Jehová de esos?¿O un puto vendedor de cerillas? - No se que quiere, pero yo tengo prisa.

-Eh...no.- Joder, ¿No podía hablar más despacio?- Em, pues... que... a ver, dadas las circunstancias, yo creo, que es mejor ir acompañado... - La verdad es que no me parece mala idea, podría usarlo de escudo humano, o de señuelo.

-Vale - Finalmente me decido - Pero mariconadas las justas - En el Apocalipsis los tíos hacemos muchas locuras... - ¡Andando! - Me meto de nuevo en el conducto, el chaval tarda un poco en seguirme, así que le espero.

- Ten - Ppfff, un hacha... Está claro que no está al corriente de mi última adquisición, pese a tener la pipa acepto el arma con gusto, siempre es bueno tener de más.
No sé por donde coño salir, llegamos a la primera rendija y miro por ella...
Charcutería... ñam, ñam... Creo que es mejor no arriesgarse, si hay algún gul dentro, lo más seguro es que esté por aquí, que es donde hay carne. Tardamos menos de un minuto en llegar a la segunda rendija.

Bajemos por aquí - Coño, si tiene linterna y todo, me ilumina la salida y la abro sin siquiera molestarme en mirar antes. - ¡Alejóp! - Segunda hostia consecutiva en un día, debía de estar a unos tres metros del suelo. Me quedo tumbado boca arriba y puedo ver perfectamente como se contiene por no reírse. Oímos el ruido de unas latas cayéndose y ambos nos ponemos en guardia. Él se queda arriba y yo, aún tirado en el suelo, clavo el hacha en una estantería cercana, saco la pistola y apunto hacia donde procedía el ruido. Tras dos largos minutos de silencio y tensión bajo el arma y me levanto. - ¿Qué tal ahí arriba? ¿Puedes bajar? - le dirijo una indirecta para que baje.

-Voy - Nada que ver con migo, aterriza suavemente como una lechuga dentro de una tostadora. - ¿De donde la has sacado? - Me pregunta mientras señala el arma.

-Digamos que, la encontré - Me mira a la cara y hace una mueca.

-Eso tiene una pinta muy fea - Se me ha debido de caer el “vendaje” de la cabeza - Creo que deberíamos ir a ver si hay algo para curar eso.

-Si, creo que es lo mejor, antes ya casi me desmayo, por lo menos ha dejado de sangrar...

-¿Vamos? - Saca el hacha de la estantería y me la ofrece de nuevo.

-Déjalo, las armas con filo no me gustan, prefiero algo más...contundente... ¿Donde coño está la sección de jardinería?

-Pues debería de estar... allí - Señala el fondo del pasillo que tenemos más cerca.

-Vale, sígueme - Me adelanto por el pasillo pero sin perderle de vista, cuando llegamos justo al final asomo la cabeza y miro a los lados - No hay nadie... digo, nada... - El pobre sigue mirándome sin saber que rayos voy a hacer. Me agacho en una de las estanterías y pillo lo que la gente como yo llamamos: Motosierra. Supongo que todos le llamamos así. - ¡Muahahahah! ¡El arma perfecta! - La levanto como un poseso y tiro de la anilla repetidamente. - ¿Qué coño le pasa a esto? A lo mejor con unos golpecillos... - Ni que fuera la tele.

-Por si no lo sabías, necesitan gasolina, y no suelen llevarla para que algún gilipollas que venga a comprar... yo que sé... patatas... la coja y se ponga a descuartizar ancianos y embarazadas...